lunes, 10 de octubre de 2011

Vocación sí pero.....¿a qué precio?


Sumillería.

Hoy estaba ojeando una revista especializada en vinos cuando me encontré con la nueva nariz de oro y pensé…qué bien! gente joven para la sumillería y la restauración y qué buena noticia ver gente tan jóven, y continué leyendo, pues me picaba la curiosidad de conocer donde trabajaba la ganadora.  En seguida pude comprobar que la premiada en cuestión no trabajaba en ningún restaurante y sí en una tienda de vinos. En ese momento, me embargó un poco de tristeza y pensé…otra persona más que abandona la raíz de la profesión y prefiere otros campos, que hace unos años eran impensables para esta bellísima profesión de Sumiller.

Claro, esta reflexión me llevo a otra que tuve hace unas semanas y que también tiene que ver con la vocación de determinadas carreras, como la de Hotelero.  Me puse a contar cuantas personas conozco, de las que terminan sus estudios para ser Director de Hotel y que abandonan sus carreras una vez que han conocido en su propia piel este mundo. El resultado fue que son muchos los que tras comprobar en sus carnes qué es esto de “Director de Hotel” abandonan la profesión. Prefieren otros campos como los de la formación, la consultoría, el marketing o inlcluso algunos prefieren las ventas.
¿Entonces….?, ¿nadie les contó de que va este tema?, no, la respuesta es otra, nadie quiere renunciar a su calidad de vida y un Sumiller si trabaja en un restaursnte, está destinado a trabajar haciendo largas jornadas, en turno partido, festivos, fiestas de guardar, Navidades etc etc etc, y un Director de hotel más de lo mismo multiplicado por tres, por lo tanto buscan otros campos para desarrollar sus conocimientos que les permita tener una mejor calidad de vida y disfrutar de tiempo libre.

En definitiva por mucha vocación que haya, lo que verdaderamente importa es la calidad de vida, y ciertos trabajos están reñidos con este concepto al que nadie quiere renunciar.

O hacemos algo para conseguir que los trabajos sean más humanos o estas situaciones de “abandono” se irán multiplicando, y al final esta profesión será una profesión de segunda a la que nadie querrá acudir.

Manuel Quintanar Valbuena

1 comentario:

  1. Estoy muy de acuerdo con la reflexión Manuel. La vocación no puede justificarlo todo, ni desde luego seguiría compensándolo en tanto las personas envejecemos en el tajo. Más bien opino que debería ser al contrario, so descubrimos a personas con vocación y facultadas para lo que desempeñan, habría que facilitar su calidad de vida, su conciliación familiar, y tantas otra cosas, para que no abandone. Y ello desde un sumiller, una prima ballerina, una camarera, un actor, o una fregantina, que aunque parezca una cosa difícil de creer en el mundo hay muchas personas que sienten vocación por cosas humildes y sencillas, y hasta peligrosas. Incluso algunas mueren de ébola por ello.
    A mi, por ejemplo, me encanta planchar, y sin duda sería un buen planchador.

    Especialmente deleznables me parecen esas instituciones que se aprovechan de la vocación de algunos de sus trabajadores y trabajadoras, de su identificación con la empresa, para explotarlos aún más, y pagarles aún menos… Peor mejor lo dejo aquí que si no acabaré llegando a un lugar que no deseo en este momento.

    ResponderEliminar